lunes, diciembre 26, 2011

Buen provecho

La barriga del Buda Sonriente que representa la meditación. La buena nueva de la barriga de una embarazada. Los glotones Gargantúa y Pantagruel se burlan con sus festines de una sociedad grotesca. La carnalidad de la Venus de Willendorf o las Tres Gracias de Rubens. Las lentes deformadas de Botero. Los simpáticos vientres de Papá Noel o Bud Spenser, festivo uno, el otro gruñón. El actor Robert Mitchum se dejó una tripa cervecera para evitar las sesiones de fotos, signo de su personalidad y rebeldía. La infancia en la barriga de Obélix, el desastre del mundo adulto en la de Homer Simpson. La panza de todas las panzas ya desde el apellido de Sancho. Hay barrigas simbólicas, metafóricas… esdrújulas.

Ensalada molinera, manitas de cerdo rellenas de foie, rabo de toro y leche frita. Los molares trituran, la saliva se mezcla. José “Mariscá” se dispone a deglutir. El bolo alimenticio pasa por el esófago cuan largo es. Se abre el cardias. Los jugos gástricos del estómago transforman esa masa en quimo. Se abre el píloro. Los jugos del intestino delgado y las enzimas del hígado y páncreas transforman el quimo en quilo. El organismo de José “Mariscá” recibe los nutrientes por absorción. Su rostro hace una mueca. Qué ocurre. La masa que no ha sido absorbida reclama atención desde el instestino grueso. “Disculpen”, se levanta “Mariscá” de la mesa, ciego. “¿Dónde está el cuarto de baño?”, pregunta “Mariscá”, colon. Abajo pantalones, recto. Helo ahí. Uno de los genuinos productos de la política cordobesa: el ñordo.

Hay barrigas simbólicas, ñordos metafóricos… esdrújulos. La descomposición del servicio público puede generar grandes historias de corrupción dignas de ser glosadas por una serie de la HBO. En la Ciudad de las Tres Inculturas no tenemos ni para culebrón de sobremesa, sí para la sobremesa. La descomposición es incluso literal, la del vientre de un político de tercera fila que corre hacia el servicio del restaurante.

Más de 40.000 euros en sólo un año con cargo a la Fundación Botí dan para muchos apretones. Mientras subían las cifras del paro, José “Mariscá” cagaba por toda la provincia sus banquetes. Probablemente en el retrete de aquel romántico lugar, donde hizo usted un alto para seguir mirando luego arrobado a su amada, este hombre hubiese dejado antes su olorosa seña de identidad. Cagar donde antes cagó “Mariscá” puede que sea un extraño privilegio.

Y ese privilegio puede que consista en seguir involuntariamente el rastro de la impunidad en la que se ha situado una clase política que actúa como oligarquía. El ex diputado provincial de cultura se tomo en serio la cultura culinaria. Pero nada de establecimientos modernos a lo El Bulli. Ahí las raciones suelen ser pequeñas. Mientras unos se apretaban el cinturón, “Mariscá” tenía que coger el cuchillo para hacer nuevos agujeritos al suyo, el último ya en el extremo que casi ni cabía. Al final la criatura se tuvo que pasar a los tirantes.

Esta dieta “Mariscá” no refleja que algo falle, sino que algo falló hace mucho hasta el punto de que un político de tercera regional parezca un muñeco de aquel antiguo juego “Tragabolas”. Ñam, ñam. Allí donde iba se lo comía todo. Los dueños de los restaurantes lanzaban flores a su paso. Y también se las comía. Una vez se comió el ventilador del techo, el hijo puta. “No nos quedaba crema catalana y el hombre se había quedado con hambre después del lomo de vaca y del cocido con pringá, así que se subió a la mesa y de un salto engulló el ventilador”.

Se trata de cuestiones menores. Más de tres veces el sueldo de muchos de aquellos cordobeses que tienen trabajo gastado en langostinos. Poca cosa y ninguna consecuencia. Corrupción desde el bocata de Bocadi. Lo único que el ciudadano puede hacer ante este atropello es desearle a “Mariscá” buen provecho cuando con el dinero de un nuevo cargo público esté el chiquillo comiéndose un cerdo, un avestruz o una llama andina. Hay barrigas simbólicas, pero los símbolos también pueden ser cutres.

En cualquier caso no es cuestión de hacer mala sangre, estamos en Navidad. El Perol Sideral convoca el I Maratón Solidario José “Mariscá”. Este prohombre tendrá que disminuir las calorías hasta que se asiente en un nuevo cargo público que le ofrezca seguridad. Mientras eso ocurre podría sufrir un colapso, como el que sufre el buzo que asciende de golpe desde las profundidades sin las correspondientes etapas de descompresión. Por este motivo, para que el paso de las antiguas 9.000 calorías diarias a sus actuales 7.500 no acarree consecuencias para su salud, pueden enviar tarteras con la comida que sobre de Navidad a la Fundación José “Mariscá”, dependiente de El Perol Sideral. ¿Cómo? ¿Qué? ¿Por qué me mira así? ¿Cree que yo sería capaz de…? Pero cuánta desconfianza, por el amor de Dios.


sábado, julio 02, 2011

Show must go on

Tras el fiasco de la elección a capital europea de la cultura el ambiente en el Ayuntamiento cordobés era muy jodido. Muecas jodidas, risas forzadas jodidas, abrazos jodidos. Una pantalla de televisión grandota muy jodida, como si se la hubiese llevado para allá un concejal después de sacarla de su habitación, donde cada noche ve Teletienda junto a una esposa dormida que le da la espalda y le pone el culo así como una barrera, un culo de no te acerques, culo de no se toca y mucho menos se folla, un culo-gran-muralla-de-China. Voluntarios con ridículas camisetas lloraban como nazarenos de una hermandad ante una jornada lluviosa, esos nazarenos que todos los años se quitan la capucha para hacer pucheros y salir el la foto del diario. Nazarenos como carros llorando como niñas ahora que no lloran las niñas. Igual los voluntarios, esos seres siniestros que se prestan a todo. Necesito voluntarios. Y estas personas alzan sus manos antes de preguntar para qué.

Los voluntarios lloraban como muy consternados con esa consternación de voluntarios que se quita cuando les encomiendan otra misión. Tome esta otra camiseta, hombre de Dios, y luche contra el cáncer de omoplato. Y ya dejan de llorar porque tienen que estar activos, todo el rato moviéndose como los tiburones. Un voluntario se ahoga en su propio vómito incluso de pie si no tiene una causa, una camiseta y un banderín.

Los voluntarios lloraban, insisto, con lágrimas de voluntario, que brotan forzadas cuando la labor no llega a buen puerto, que brotan muy forzadas, ya que al instante se descojonaban por cualquier cosa y luego volvían a llorar.

En ese ambiente podía suceder lo peor que puede suceder en Córdoba en ambientes parecidos. Y sucedió. Ya lo creo que sucedió. Los voluntarios que ora lloraban ora se partían el pecho empezaron a cantar “Soy cordobés”. Se les unieron tímidamente algunos de los presentes. En Córdoba pasan cosas extrañas. Esta canción debería afirmar la raza, la identidad, el lugar de procedencia. Debería ser un puto grito de guerra antes de destripar al enemigo, violar a sus mujeres y matar a sus niños. En cambio cada vez que se oyen esas notas es que o bien la hemos cagado o procedemos a cagarla.

- De la tierra de Julio Romero, añadió un tercio de los congregados.

A pintor de la musa gitana ya no llegó nadie. Pero tras lo peor llegaba lo previsible, lo muy peor, el salmorejo de tópicos en días sucesivos:

Exterior. Noche. Un teatro griego parecido a de la Axerquía pero instalado en las Tendillas. El coro, con máscaras de Manolete, entona “Soy cordobés”. Como corifeo el propio Julio Romero de Torres. Tras introducir la escena todo queda a oscuras, salvo un círculo donde dialogan varios personajes:

PERSONAJE 1: Ha sido un duro golpe del que a la ciudad costará reponerse.

PERSONAJE 2: Ha sido una injusticia.

PERSONAJE 3: Somos los mejores.

PERSONAJE 4: Córdoba ya era capital cultural de todas formas.

PERSONAJE 1: De hecho el trabajo realizado ha sido encomiable.

PERSONAJE 2: Muy encomiable, efectivamente.

PERSONAJE 3: Yo diría ejemplar.

PERSONAJE 4: Hay que aprovecharlo y mirar hacia adelante.

PERSONAJE 1: Hemos conseguido grandes cosas.

PERSONAJE 2: Y hay que seguir insistiendo en esa inercia cultural.

PERSONAJE 3: En todo ese trabajo en común.

PERSONAJE 4: Hay que seguir por ese camino.

PERSONAJE 1: Nos miran Maimónides y Averroes.

PERSONAJE 2: Y Lagartijo.

PERSONAJE 3: Hay que seguir apostando por la cultura, por los artistas locales.

PERSONAJE 4: Nuestra candidatura era la mejor, el esfuerzo mereció la pena.

TODOS: ¿Cuándo es la próxima?

El salmorejo de tópicos tiene efectos amnésicos. La gente olvida. Se olvida que durante años la capitalidad fue un sencillo artefacto de propaganda política en torno a la figura de Rosa Aguilar. La utilización de la capitalidad llegó a extremos ridículos y de vergüenza ajena, como coletilla después de cualquier comparecencia pública. Todo era por la capitalidad. Rosa sudaba capitalidad, cagaba capitalidad. La jugada era redonda. Al ser algo en teoría positivo, aunque palabrería, a ver quién se ponía en contra en este mundo de corrección política. Capitalidad por aquí y capitalidad por allá. En cuanto al contenido una pequeña oficina sin personal y cuatro medidas que se pueden pensar en un rato en la taberna. Así durante años, con muchas adhesiones por supuesto, que se adhería hasta el Potito.

- Adhiérase ¡rápido!

- ¿Qué? ¿Quién es usted? ¿Qué hace en mi casa?

Tras esa farsa se puso en marcha el resto de la función. Primero la capitalidad era una foto de Doña Rosa Aguilar Rivero con todos sus dientes blancos. Más tarde había que hacer algo para justificar, que se iba acercando la fecha y el fichaje por el Psoe. Junto a la oficina de coña se pone en marcha una Fundación que no se pone en marcha por falta de presupuesto. Cuando la fundación que se había puesto en marcha y no se ponía en marcha se pone por fin en marcha ya no queda mucho tiempo. Como no hay dinero ni ganas ni talento se opta por lo fácil: cualquier muestra cultural que ya existiera en Córdoba se incluye en la capitalidad.

- Perdone, pero es que esto lleva haciéndose mucho.

- De la Capitalidad de toda la vida, impertinente.

Junto a la chistera donde todo se metía para sacar el conejito blanco se hace lo habitual. Dónde están esos pedazos de artistas locales. Se hace una lista de la compra. A ver, necesito… apunta niña:

Cuatro poetas, que no falten Medel y el Balaústre ese

Dos cortometrajistas

Dos performancers

Cinco actores

Seis músicos

Cuatro pintores

Un escultor

Tres novelistas

Un mimo o payaso

50 gestores culturales

Tras apenas cuatro actividades hechas deprisa y corriendo está lista la novela que se presenta al jurado y nadie conoce. Eso no impide las críticas de los medios de comunicación:

“Impresionante, impactante”, La Verdad de Córdoba.

“La mejor capitalidad desde Tesalónica 97”, El Mercurio de Córdoba.

“Impactante, impresionante”, El Vocero de Córdoba.

“La mejor capitalidad desde Glasgow 90”, El Mensajero de Córdoba.

“Trepidante, un lujo para los sentidos”, El Observador de Córdoba.

“Orgullosos de ser cordobeses”, La Gaceta de Córdoba.

“Mejor imposible”, El Universal de Córdoba.

Y al final llega el chasco, cómo es posible que ante tantísimo trabajo tan bien realizado nos echen a la cuneta y pongan encima a unos etarras. Con todo lo que se ha hecho, con toda la ciudad volcada, con esas camisetas tan bonitas, con tanto azul europeo, con ese pedazo de oficina y ese pedazo de Fundación.

- No pasa nada. Vamos a mantener la Fundación, que ha hecho un trabajo impresionante.

- E impactante diría yo, como director de El Vocero de Córdoba que soy.

- Gracias. Pues eso, que vamos a seguir así.

Exterior. Noche. Un teatro griego parecido a de la Axerquía pero instalado en las Tendillas. El coro, con máscaras de Manolete, entona “Show must go on”.

lunes, mayo 23, 2011

Diario del alcalde Andrés Ocaña Rabadán (y XIV)

Querido diario:

Soy el alcalde. Deambulo en la posición de saludo japonés por toda la ciudad. Intento comprobar el estado de la situación y verificar la existencia de posibles colaboradores y asesores vivos. De los 3.499 asesores que tenía alguno debe de quedar.

Córdoba se ha dividido en distritos dominados por pandillas culturales que se repelen pero se respetan. Hay fronteras invisibles. Allí donde se encuentran los gestores culturales no pueden pasar las poetisas feministas lesbianas. En un lugar los pinchadiscos con ínfulas, al otro los cocineros-artistas. El centro es una amalgama de pintores y escultores que ni pintan ni esculpen. Escritores sin obra domina el Brillante, los performances Santa Rosa y Valdeolleros. Fátima y la Fuensanta quedan para comisarios de exposición y redactores de catálogos. Los fotógrafos, que reivindican el uso de las opciones automáticas de la cámara y el realizar sus fotos con el tapón puesto como reflejo de la inercia y la oscuridad de la vida, se desperdigan por el río. Hay procesiones de cofradías por las barriadas periféricas. Los autores de manifiestos de izquierdas se han unido a los pregoneros de fiestas populares dando lugar al “manigón”, un nuevo género que mezcla ambas tendencias y se puede usar tanto para para dar la bienvenida al carnaval como para defender la necesidad de que se aplique la Tasa Tobin. Arquitectos contemporáneos intentan levantar rascacielos en las faldas de la sierra y construir puentes gigantescos en los cauces de los arroyos secos. Los parcelistas ilegales han convertido cada una de sus parcelas en museos del parcelismo. Los peñistas han convertido cada peña en centro de interpretación del peñismo.

Me introduzco en zonas dedicadas a tendencias más modernas y vanguardistas. Una está dedicada a la inteligencia artificial. Artistas rumanos que antes vivían en poblados de chabolas intentan crear robots con ingentes cables de cobre que no sé de dónde habrán sacado. Madres rumanas con una teta fuera y robotitos-bebé piden una ayuda. Otra zona está dedicada a la reivindicación de la neo-pornografía. Todo el mundo va en pelotas. La mayoría son actores de la escuela de arte dramático. Me han desnudado para que pueda pasar. No he podido resistirme a causa de lo incómodo de la posición. Las escenas de amor carnal se reproducen por todos lados. Me paro a descansar con las manos en un poyete para escribir esto, ya que me han dado varios calambres y estoy destrozado. Un negro de inmenso miembro avista mis nalgas y se dirige a la carrera hacia mí. No sé si me engañan mis ojos pero juraría que en sus hombros se encuentra alzada y dirigiéndole con unas riendas Rosa Aguilar. No puedo ni moverme, apenas tengo fuerzas para escribir estas palabras. Lego a la ciudad de Córdoba el...


Hasta aquí ha llegado el diario del alcalde Andrés Ocaña Rabadán, muerto como héroe en los sucesos que tuvieron lugar en Córdoba durante los últimos meses del 2010 y el primer semestre del 2011. Su ejemplo lo ha convertido en una referencia para todos. Esperamos que las generaciones futuras puedan extraer enseñanzas de los documentos encontrados en su teléfono móvil y en los ordenadores del bunker. Los que ahora estamos aquí, luchando en una situación apocalíptica, hemos encontrado en ellos consuelo y ánimo. Viva el alcalde que será por siempre nuestro alcalde.


THE END

sábado, mayo 21, 2011

Diario del alcalde Andrés Ocaña Rabadán (XIII)

Querido diario:

Soy el alcalde. Me he visto obligado a perder peso para poder intentar hacer incursiones en el exterior. Para ello nada mejor que la comba imaginaria. Ya practicaba este relajante ejercicio en la soledad de mi despacho antes de los plenos. A veces dos asesores, uno a cada lado, hacían como que tenían una goma elástica mientras yo saltaba y cantaba Zapatitos de charol/ botellita de licor/no hay de menta ni de rosa/para mi querida esposa/El anillo que me diste/fue de vidrio y se rompió/El amor que me tuviste fue poquito y se acabó. Relaja y adelgaza. De ahí la envidiable forma física que he exhibido siempre. Tras varios días de comba imaginaria y algo de boxeo de sombra –donde diversos sparrings ilusorios del PP iban mordiendo el polvo ante mi depurado crochet de izquierda- he conseguido perder 300 gramos, justo lo que había calculado para poder pasar por la obertura. Un poco de gimnasia sueca ha terminado de afinar mis músculos, aunque un ligero pinzamiento me ha dejado en la posición de ángulo recto con el torso paralelo al suelo con la que un japonés daría los buenos días.

En esa posición me resulta muy difícil subir la escalerilla. Tengo que ir peldaño a peldaño, haciendo un esfuerzo notable con los brazos extendidos y las piernas también totalmente extendidas. Cada peldaño significa un agarre in extremis con la puntita de los dedos ejerciendo el único apoyo. Este sistema me ha provocado 56 culetazos pero he conseguido perfeccionarlo. Poco a poco, y después de varias docenas de calambres, he llegado al último peldaño. Al asomar la parte superior del cuerpo, y a resultas de la posición de “buenos días”, dicha parte se ha quedado pegada al piso, como reptando, y la parte inferior con los pies en ese último peldaño.

Las hordas culturales zombis han celebrado mi vuelta, a la que llaman “el advenimiento de mini Papá Noel”. Me han ayudado a salir. La obertura se ha cerrado. Me han ayudado también a incorporarme y he quedado en la nipona posición de saludo. Todos pasan a mi lado saludándome con esa reverencial manera de extremo oriente. Y yo estoy ahí, completamente pillado de las vértebras respondiendo a los saludos con un educado “los dioses sonrían a vuestra merced”, que es lo único que se me ha ocurrido en ese instante de intenso miedo. Es una frase que tenía cuando intenté ser actor en mi juventud. De hecho la única frase en la única función en la que participé, tras la cual preferí la canción protesta.

Estado de salud: Ojos empequeñecidos, pupilas dilatadas, caca compacta y muy dura con tonalidades irisadas algo inquietantes pero, he de reconocerlo, de una cierta y oscura belleza.

Escrito desde el iphone del alcalde, que soy yo

lunes, mayo 02, 2011

Diario del alcalde Andrés Ocaña Rabadán (XII)

Querido diario:

Soy el alcalde. Al subir la escalerilla y quitar la trampilla de la obertura que da al exterior se ha producido un suceso desagradable e incómodo. El exceso de grasa ha provocado que la sección número 2 de mi cuerpo, compuesta por la mitad del tronco y las extremidades inferiores, quede en el interior, y la mitad 1, compuesta por la mitad superior del tronco, cabeza y extremidades superiores, en el exterior, siendo ambas realidades incompatibles con todo movimiento de empuje hacia arriba o hacia abajo. Vamos, que me he quedado atascado debido al barrigón.

A continuación se ha desatado el pánico, a resultas del cual me he hecho cacota. Dejo su examen para el habitual repaso al estado de salud del alcalde, que soy yo, querido diario. En efecto, nada más asomar la cabeza y quedar atrapado me he visto en territorio hostil. Hostil en grado sumo. De hecho en un grado que superaría al de mi presencia en un acto de Nuevas Generaciones.

El lugar, que no identifico debido al gentío y a que fui trasladado al bunker de noche y con prisas, estaba como digo infestado. Hordas zombis con la forma de gestores culturales tenían tomada la zona. Nada más asomar la gaita fui confundido con un perfomacer. Debido a la obesidad y a mis ahora larguísimas barbas blancas tengo un parecido notable con el personaje de la superstición religiosa denominado Papá Noel.

Así me lo han hecho saber estos gestores culturales vampirizados. De sus palabras se desprende que creen que represento a la razón que obstruye a las creencias irracionales, lucha que persiste a través de las décadas y que siempre se mantiene igualada. La parte de Papá Noel que se ve refleja a la superchería iluminada por el consumismo. La parte que no se ve, y que si viesen verían profusamente manchada de excrementos, refleja a la razón que, en teoría, debería operar a la luz pero que se ve obligada a operar a la sombra. Y seguían explicando pero no me he enterado ya de nada.

Después, cuando varios gestores culturales me felicitaban y me proponían como conferenciante para las recién proyectadas jornadas “Religión, superstición, razón y otras cosas acabadas en –ón”, me he escurrido, la trampilla se ha cerrado cuando he intentado asirme a ella y he acabado estampándome contra el suelo después de hacer infructuosos movimientos, he de reconocer que felinos incluso a pesar de mi peso, para agarrar la escalerilla. Dolorido pero sano y salvo procedo a escribir mis impresiones.

Estado de salud: Ojos enrojecidos e hinchados cual pelotas, pupilas microscópicas, deposiciones abundantes y líquidas, como hilillos de chapapote.

miércoles, abril 27, 2011

Diario del alcalde Andrés Ocaña Rabadán (XI)

Querido diario:

Soy el alcalde. Meses de incomunicación me han llevado a una situación mental desesperada. No funcionaba Internet. Ni tan siquiera el telex que un asesor de IU puso en el bunker con la indicación en un post-it: “Por si falla lo digital tiremos de analógico”. He estado aquí atrapado, repasando los pasajes más agradables de mi vida: cuando Rosa me eligió como segundo mediante un gesto de su mano al que respondí con una suave reverencia y el día que le di a Sandokán un premio en Joyacor. El resto, como no me gusta, me lo he ido inventando. He sido bandolero en la Subbética, pirata en los mares de Fuengirola, maestro del anís en Rute, modelo de Julio Romero de Torres y, lo que más me gusta, líder del Partido Comunista y cantautor en la extinta Unión Soviética. Gracias a la imaginación he podido resistir.

La ansiedad me ha llevado a comerme casi todo lo que había aquí. Y a bebérmelo. He engordado 47 kilos. Tres motivos me llevan a intentar salir al exterior. En primer lugar la escasez de provisiones. En segundo lugar intentar moverme un poco a ver si pierdo panza. En tercer lugar el deber.

En efecto, no sé lo que pasa ahí afuera. Pero las elecciones se acercan y quizá algunos de los míos me necesiten. La hordas culturales zombis pueden no haber destrozado la gloriosa andadura de la democracia española. Pienso que un puñado de héroes, la mayoría de izquierdas, que son quienes damos la cara cuando acechan los fascistas -y considero a estos vampiros como tales, seguramente joseantonianos-, pueden estar organizando unos comicios. Y yo quiero seguir al servicio de la ciudadanía libre, como hasta ahora. Procedo a salir del bunker si consigo subir la escalerilla. San Rafael, asísteme.

Estado de salud: Ojos cerrados debido a la obesidad, como Bud Spenser, pupilas sumamente contraídas, deposiciones grandes con forma de ensaimada.