El spamdidato
Junto a mi querida Sabrina Mcormack, que me ofrece alargarme el pene a diario, está George Barber, con su surtido de pastillas azules que hacen que esa alegría con la que uno se despierta se reproduzca cuando así lo requiera hembra fermosa, evitando por enésima vez la catastrófica frase “es la primera vez que me pasa”. Kathrine Sjogren me ofrece anti-depresivos, no quiere verme triste, con cara de polichinela pasado por agua. Rob me pone en alerta de un virus que intoxica el agua en España. Ken Datury me llama la atención sobre una línea de créditos, y Johanna Bertolucci tiene todo un surtido de juguetes que prometen bastante diversión de dos rombos. Mark puede ponerme en forma con un milagroso producto en apenas un mes, y Lucy, ah Lucy, la pequeña Lucy… Lucy tiene un negocio que ofrecerme. Por una pequeña inversión, y si consigo convencer de que la hagan otras personas, mis beneficios se multiplicarán en un santiamén.
Todos ellos son mis amigos. Llenan mi buzón de correo electrónico cada día. Son incansables. Están ahí cuando los necesitas. No fallan. Borras sus mensajes y vuelven a insistir. Quieren mejorar mi vida. Borras sus mensajes y lo colapsan todo si es necesario. Prefieren hacerme el feo por mi bien. ¿No es eso la amistad? ¿No se arriesga un amigo a perderte si cree necesario que ha de decirte algo por encima de todo para evitarte otro mal mayor?
Sí, son mis mejores amigos. Fuera, en la calle, en el trabajo, en la propia familia, están las relaciones hipócritas, las sonrisas falsas, las palmadas en la espalda que esconden una pequeña daga en la palma de la mano. No, yo quiero a mis amigos del buzón. Ellos saben de lealtad. Están ahí cuando los necesitas. Están ahí siempre. Una y otra vez. Una y otra vez.
Ahora tengo un nuevo amigo. Estoy muy contento. Se llama Rafael Blanco. No sé cómo habrá llegado. Es candidato a la alcaldía de Córdoba. Cada vez que abro el buzón de mi ordenador lo inunda de ilusiones. Una ilusión, y otra, y otra. Poco más tarde vuelves a abrir y de nuevo te lo llena todo de felicidad, también de críticas al Mal. Es el primer spamdidato.
Ser el primer spamdidato tiene su importancia. Por primera vez un partido en Córdoba asume el carácter de la política actual, y actuando en consecuencia transforma a su candidato a la alcaldía en basura, en correo basura, en spam. A eso se le llama asumir la verdad. A eso se le llama honradez.
Lejos quedan las promesas que no se cumplirán, las quimeras, las falsedades, los programas hechos de cara a la galería. El Psoe de Córdoba mira a los ojos de la gente. Y acepta la realidad. Y no la oculta. El spamdidato Rafael Blanco parece no decir nada. El anti-virus manda sus mensajes a la papelera. Aparentemente la torpeza de la campaña lo transforma en desperdicio en la red. Podría pensarse que los responsables de su andadura pre-electoral no dominan las nuevas tecnologías.
Es al contrario. La transparencia. La valentía. La valentía de decir a la cara “sí, yo también soy suciedad, llevo en la coronilla una cáscara de plátano, pizcos en la boca y manchas de café en la camisa”.
Se suele decir que los políticos no bajan a la calle. El spamdidato Blanco es el primero que baja tanto que llega a las alcantarillas informáticas para, a partir de ahí, salir por el desagüe del borde de la acera hasta saludar al ciudadano.
Es el primer candidato sincero de la historia de la Ciudad de las Tres Inculturas. El primero que antes que nada se acepta como residuo y no se presenta con una tarjeta de visita impresa con letras de oro, sino asumiendo la porquería intrínseca a la política del presente.
Por eso es ya mi mejor amigo. Día, tarde y noche Rafael Blanco abarrota mi buzón como un símbolo de la lucha por la honradez, hace reventar la papelera, vuelve loco al anti-virus y deja en simples conocidos a Sabrina Mcormack, George Barber, Kathrine Sjogren, Rob, Ken Datury, Johanna Bertolucci, Mark y Lucy, ah Lucy, la pequeña Lucy.
Lo siento amigos. Sé que habéis hecho mucho por mí. Sí, Lucy, a ti también te lo digo. Pero me basta con el spamdidato. Blanco colma mi ser, mi alma y mi todo de correo-basura esperanzador, llena mi rostro de fecundos mensajes infectos de integridad sin límite.
Amo al spamdidato.
Todos ellos son mis amigos. Llenan mi buzón de correo electrónico cada día. Son incansables. Están ahí cuando los necesitas. No fallan. Borras sus mensajes y vuelven a insistir. Quieren mejorar mi vida. Borras sus mensajes y lo colapsan todo si es necesario. Prefieren hacerme el feo por mi bien. ¿No es eso la amistad? ¿No se arriesga un amigo a perderte si cree necesario que ha de decirte algo por encima de todo para evitarte otro mal mayor?
Sí, son mis mejores amigos. Fuera, en la calle, en el trabajo, en la propia familia, están las relaciones hipócritas, las sonrisas falsas, las palmadas en la espalda que esconden una pequeña daga en la palma de la mano. No, yo quiero a mis amigos del buzón. Ellos saben de lealtad. Están ahí cuando los necesitas. Están ahí siempre. Una y otra vez. Una y otra vez.
Ahora tengo un nuevo amigo. Estoy muy contento. Se llama Rafael Blanco. No sé cómo habrá llegado. Es candidato a la alcaldía de Córdoba. Cada vez que abro el buzón de mi ordenador lo inunda de ilusiones. Una ilusión, y otra, y otra. Poco más tarde vuelves a abrir y de nuevo te lo llena todo de felicidad, también de críticas al Mal. Es el primer spamdidato.
Ser el primer spamdidato tiene su importancia. Por primera vez un partido en Córdoba asume el carácter de la política actual, y actuando en consecuencia transforma a su candidato a la alcaldía en basura, en correo basura, en spam. A eso se le llama asumir la verdad. A eso se le llama honradez.
Lejos quedan las promesas que no se cumplirán, las quimeras, las falsedades, los programas hechos de cara a la galería. El Psoe de Córdoba mira a los ojos de la gente. Y acepta la realidad. Y no la oculta. El spamdidato Rafael Blanco parece no decir nada. El anti-virus manda sus mensajes a la papelera. Aparentemente la torpeza de la campaña lo transforma en desperdicio en la red. Podría pensarse que los responsables de su andadura pre-electoral no dominan las nuevas tecnologías.
Es al contrario. La transparencia. La valentía. La valentía de decir a la cara “sí, yo también soy suciedad, llevo en la coronilla una cáscara de plátano, pizcos en la boca y manchas de café en la camisa”.
Se suele decir que los políticos no bajan a la calle. El spamdidato Blanco es el primero que baja tanto que llega a las alcantarillas informáticas para, a partir de ahí, salir por el desagüe del borde de la acera hasta saludar al ciudadano.
Es el primer candidato sincero de la historia de la Ciudad de las Tres Inculturas. El primero que antes que nada se acepta como residuo y no se presenta con una tarjeta de visita impresa con letras de oro, sino asumiendo la porquería intrínseca a la política del presente.
Por eso es ya mi mejor amigo. Día, tarde y noche Rafael Blanco abarrota mi buzón como un símbolo de la lucha por la honradez, hace reventar la papelera, vuelve loco al anti-virus y deja en simples conocidos a Sabrina Mcormack, George Barber, Kathrine Sjogren, Rob, Ken Datury, Johanna Bertolucci, Mark y Lucy, ah Lucy, la pequeña Lucy.
Lo siento amigos. Sé que habéis hecho mucho por mí. Sí, Lucy, a ti también te lo digo. Pero me basta con el spamdidato. Blanco colma mi ser, mi alma y mi todo de correo-basura esperanzador, llena mi rostro de fecundos mensajes infectos de integridad sin límite.
Amo al spamdidato.
9 Comments:
Acabo de borrar sin leer 5 "Novedades Rafael Blanco". ¿Cree usted que eso son cuernos, doctor? En cambio he vuelto a leer otro powerpoint de una amiga que me desea toda la felicidad del mundo y me pide que reenvíe el mantra a otras 27 amigas. Lo de la pastilla milagrosa no me llega, mis spam amigos deben tener claro que no tengo pene, aunque según Freud es pura envidia lo mío. Por eso he aceptado algún juguetillo que otro, que la envidia es pecado capital según me contaron de chiquita.
Cuidado con el virus A.Vega. Es un troyano con mu mala leche.
Mi reina dominical:
Lo tuyo no es envidia. Se llama insatisfacción. Aléjate del ordenador y sal a la calle, aunque sea en busca de tus 27 amigas
Como dice el perolista con ironía, lo de estos spam es una mala utilización de las nuevas tecnologías. Una cosa es usar el correo para dar información de campaña, y otra hacer correo basura de esa forma, lo que significa que quien se encargue del asunto tiene un ordenador desde hace un par de meses. De todas formas, desde el logotipo ZP, parece que los responsables de las campañas han adoptado el ridículo como forma de promocionar a los candidatos. Aquí ha habido sonrojantes perfomances de Blanco y no menos sonrojantes shows de Nieto al más cutre estilo del club de la comedia. Mientras, la alcaldesa apuesta por lo seguro: besar niños y ancianos.
A antes de que tiro del maquillaje y después de tiro del maquillaje. Y déjeme le dicen, un qué maquillaje de la diferencia hace. Es casi como algunos de estos Web site que se sientan que tienen que poner encendido una demostración con todos sus gráficos de lujo y animaciones de destello.
Estimado señor lirongo ¿quedamos para solucionar mi insatisfacción? Mis 27 amigas están ya ocupadas
Vaya, al garete mi fantasía multilésbica...
Que suerte tenéis los urbanitas, aquí en las montañas serranas de Córdoba no nos llegan esos mensajes tan shuuulos. Los candidatos a las alcaldías de pueblos no tienen ni ordenata, los pobres, siguen usando la sonrisa Profiden y el ja ja ji ji cuando te ven por el Paseo del pueblo, con promesas de que la Mezquita quedará a la altura de una alpargata cuando construyan en ellos construyan en estos contornos. Ay! qué felicidad vivir en la sierra!!!
La cagaste, Burt Lancaster.
Creo que el diagnóstico del doctor argentino Revertinovich es claro como el apellido de don Rafael Blanco. Que por cierto don Rafael es una redundancia en sí mismo, pues se llama Blanco y encima es candidato, que como sabe todo el mundo es palabra que procede del color blanco (candidus) de la túnica que se colocaban quienes intentaban ser elegidos por el pueblo romano.
En fin, perdón por la digresión.
Como decía, el diagnóstico está claro. La spamitis aguda que sufre mi colega el Dr. Perol se debe a un mal de ojo producido por algún spam con powerpoint incluido que haya borrado de forma inconsciente sin haber cumplido sus insoslayables mandatos: "si no lo envías a 300.000 amigos en 7 segundos un mal se abatirá sobre ti. Por ejemplo Mr. Dawson lo dejó para el día siguiente y ya nunca más recibió anuncios de viagra con la falta que le hacía", etc.
Remedio: en cualquier ferretería comprar una cucharita de café y un cuchillo con sierrecita, y el prospecto leerlo en las páginas de la Biblia, donde se dice: si tu ojo te escandaliza sácatelo (de ahí la utilidad de la cucharilla), si tu mano te escandaliza (por ejemplo por teclear para abrir el correo), córtatela (sí, el cuhillo, ¡premio!). Es un poco doloroso pero gente que lo ha hecho, como la Sra. Jones, se acostumbró enseguida.
De nada. Entre colegas no cobro.
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