Romance del Palacio del Sur
Ayuntamiento hacia abajo,
por la calle de la Feria,
se sale al puente herrumbroso,
el de hierro color tierra,
por no decir otra cosa
que también rima con ella.
Lo planeó el visionario
con un zarcillo en la oreja.
No perdió más elecciones
-si por él fuese y le dejan-
porque lo enviaron arriba
destinándolo a galeras.
Allí se extravió remando
en la riada de carpetas,
de burocracia y folletos
firme usted a la derecha.
Como signo de su suerte,
a la cuarta furgoneta
le saltaron a ese puente
la mitad de las losetas.
Tras el puente, puente, puente
mohoso de la Ribera
hay solares con matojos,
también restos de otras épocas,
de cuando varias culturas
vivían en esta tierra
en excelente armonía
de puñalada trapera:
ya te saco la asaura,
ya te arranco la cabeza,
ya te cuelgo de esta viga
mirando hacia Pontevedra.
A eso lo llaman ahora
culmen de la convivencia
y lo tiene todo el rato
en la boca la alcaldesa.
En tan insigne lugar
donde suenan las cadenas
de aquellos que en Saqunda
con Al-Hakam se las vieran,
se oye en la noche el estruendo
de otro fantasma muy cerca
del Arenal del perol
y las hetairas de fuera.
No es un fantasma de muerto,
de la clásica alma en pena,
sino más bien rara mezcla
de no nacido, humo y niebla.
Reúne gritos de médicos,
de azafatas y enfermeras
de viajantes, catadores
de aceite, vino o cerveza,
de expertos de todo tipo
en materias cualesquiera,
de hosteleros a maestros
en las luchas japonesas.
En resumen, congresistas
perdidos en las trastiendas
de simposios que han quedado
varados en una mesa.
Proyectos de canapés
se sirven en las bandejas
de un futuro tan futuro
que parece que no llega.
Mas el futuro es presente,
¿o realidad paralela?,
pues no aparece en su sitio,
pero ese sitio se eleva
a calidad de palpable
en los labios de la peña,
de la peña que ilumina
desde las ruedas de prensa
el destino de las gentes
que cayeron a su vera.
Qué desgracia mare mía
ser un siervo de esa gleba.
Un nada errante holandés
de Rotterdam e Indonesia,
donde pasó varios años
antes de hacer la carrera
en esa Pérfida Albión
que otros llaman Inglaterra,
dibujó hace años los planos
y construyó la maqueta
de ese Palacio del Sur
en el que las conferencias
en euros se trocarían.
Sacose de la cabeza
un edificio notable,
por algo tiene solera
el Pritzker, que es como el Óscar
del bricolaje a lo bestia
al que suelen referirse
como arquitectura.Lleva
de casi todo el inmueble,
desde hoteles hasta tiendas.
Sigue todos los dictados
de la voz de musa hodierna.
Parece nave elegante,
un reto a la ventolera.
¡San Acisclo!, quieto que el
aeropuerto da pena
y si le da por volar
aterriza en la azotea
de un piso de uvepeó
"dos dormitorios/cochera".
Según reza el diccionario
de la Real Academia,
un modelo reducido
en plástico es la maqueta.
La del Palacio del Sur
resulta extraña y aumenta
de tamaño y se desplaza
a la zona de la feria.
Allí la ven los políticos.
Constantemente hablan de ella.
No la puede ver el resto,
pues no está ni se la espera.
Invisible, ¡hop!, visible
y esto va como la seda;
los ojos de los prebostes
atraviesan cualquier senda
de espaciotiempo y partículas
hasta llegar a la meta:
ver aquello que no existe
pero como si existiera.
Y así divisan palacios
donde se dan conferencias
mientras los parias o plebe
ven esa plaza desierta.
Como siempre el populacho
padece grave ceguera.
Desde hace ya casi un lustro,
como si fuese una piedra,
se lanzan este edificio
a la frente, tronco o piernas.
Mas los pobres ciudadanos
sin el don de las estrellas
de la res pública dicen
"¿Dónde está?". Bah, no se enteran.
Esto es como "Los Otros",
la peli española aquella,
sólo que más complicado,
con un guión de la repera.
En Córdoba los fantasmas
ven fantasmas. Esta extrema
redundancia vale un Goya
para el que hay gran competencia:
Mejor invento adaptado
para usarlo sin vergüenza.
Señor, señora, ya saben,
si quieren algo con fuerza
tan solo deben de actuar
igual que si lo tuvieran.
Quizá en los tiempos antiguos
acabasen en la celda
del sanatorio mental.
Lejos de eso, en la moderna
vida les ficha un partido
para que den rienda suelta
a la útil capacidad
de afirmar la antimateria.
Anteriores poemas en El Perol Sideral: Romance Imperfecto del Granito Rosa
por la calle de la Feria,
se sale al puente herrumbroso,
el de hierro color tierra,
por no decir otra cosa
que también rima con ella.
Lo planeó el visionario
con un zarcillo en la oreja.
No perdió más elecciones
-si por él fuese y le dejan-
porque lo enviaron arriba
destinándolo a galeras.
Allí se extravió remando
en la riada de carpetas,
de burocracia y folletos
firme usted a la derecha.
Como signo de su suerte,
a la cuarta furgoneta
le saltaron a ese puente
la mitad de las losetas.
Tras el puente, puente, puente
mohoso de la Ribera
hay solares con matojos,
también restos de otras épocas,
de cuando varias culturas
vivían en esta tierra
en excelente armonía
de puñalada trapera:
ya te saco la asaura,
ya te arranco la cabeza,
ya te cuelgo de esta viga
mirando hacia Pontevedra.
A eso lo llaman ahora
culmen de la convivencia
y lo tiene todo el rato
en la boca la alcaldesa.
En tan insigne lugar
donde suenan las cadenas
de aquellos que en Saqunda
con Al-Hakam se las vieran,
se oye en la noche el estruendo
de otro fantasma muy cerca
del Arenal del perol
y las hetairas de fuera.
No es un fantasma de muerto,
de la clásica alma en pena,
sino más bien rara mezcla
de no nacido, humo y niebla.
Reúne gritos de médicos,
de azafatas y enfermeras
de viajantes, catadores
de aceite, vino o cerveza,
de expertos de todo tipo
en materias cualesquiera,
de hosteleros a maestros
en las luchas japonesas.
En resumen, congresistas
perdidos en las trastiendas
de simposios que han quedado
varados en una mesa.
Proyectos de canapés
se sirven en las bandejas
de un futuro tan futuro
que parece que no llega.
Mas el futuro es presente,
¿o realidad paralela?,
pues no aparece en su sitio,
pero ese sitio se eleva
a calidad de palpable
en los labios de la peña,
de la peña que ilumina
desde las ruedas de prensa
el destino de las gentes
que cayeron a su vera.
Qué desgracia mare mía
ser un siervo de esa gleba.
Un nada errante holandés
de Rotterdam e Indonesia,
donde pasó varios años
antes de hacer la carrera
en esa Pérfida Albión
que otros llaman Inglaterra,
dibujó hace años los planos
y construyó la maqueta
de ese Palacio del Sur
en el que las conferencias
en euros se trocarían.
Sacose de la cabeza
un edificio notable,
por algo tiene solera
el Pritzker, que es como el Óscar
del bricolaje a lo bestia
al que suelen referirse
como arquitectura.Lleva
de casi todo el inmueble,
desde hoteles hasta tiendas.
Sigue todos los dictados
de la voz de musa hodierna.
Parece nave elegante,
un reto a la ventolera.
¡San Acisclo!, quieto que el
aeropuerto da pena
y si le da por volar
aterriza en la azotea
de un piso de uvepeó
"dos dormitorios/cochera".
Según reza el diccionario
de la Real Academia,
un modelo reducido
en plástico es la maqueta.
La del Palacio del Sur
resulta extraña y aumenta
de tamaño y se desplaza
a la zona de la feria.
Allí la ven los políticos.
Constantemente hablan de ella.
No la puede ver el resto,
pues no está ni se la espera.
Invisible, ¡hop!, visible
y esto va como la seda;
los ojos de los prebostes
atraviesan cualquier senda
de espaciotiempo y partículas
hasta llegar a la meta:
ver aquello que no existe
pero como si existiera.
Y así divisan palacios
donde se dan conferencias
mientras los parias o plebe
ven esa plaza desierta.
Como siempre el populacho
padece grave ceguera.
Desde hace ya casi un lustro,
como si fuese una piedra,
se lanzan este edificio
a la frente, tronco o piernas.
Mas los pobres ciudadanos
sin el don de las estrellas
de la res pública dicen
"¿Dónde está?". Bah, no se enteran.
Esto es como "Los Otros",
la peli española aquella,
sólo que más complicado,
con un guión de la repera.
En Córdoba los fantasmas
ven fantasmas. Esta extrema
redundancia vale un Goya
para el que hay gran competencia:
Mejor invento adaptado
para usarlo sin vergüenza.
Señor, señora, ya saben,
si quieren algo con fuerza
tan solo deben de actuar
igual que si lo tuvieran.
Quizá en los tiempos antiguos
acabasen en la celda
del sanatorio mental.
Lejos de eso, en la moderna
vida les ficha un partido
para que den rienda suelta
a la útil capacidad
de afirmar la antimateria.
Anteriores poemas en El Perol Sideral: Romance Imperfecto del Granito Rosa
4 Comments:
Curiosidad científica, para aclarar "onde" esta el infierno:
La temperatura del Cielo se puede determinar con bastante precisión. Nuestra autoridad es la Biblia, en Isaías 30,26 podemos leer,
"La luz de la Luna será como la luz del Sol, y la luz del Sol será siete veces mayor, que la luz de siete días...."
Por tanto, el Cielo recibe de la Luna tanta radiación como la Tierra recibe del Sol, y además siete veces siete (49) veces lo que la Tierra recibe del Sol, o 50 veces en total. La luz que recibimos de la Luna es una diezmilésima parte de la luz que recibimos del Sol, por lo que podemos ignorarla. Con estos datos podemos calcular la temperatura del Cielo. La radiación que recibe el Cielo lo calentará hasta el punto en el que el calor perdido por radiación iguale el calor que recibe. En otras palabras, el Cielo pierde, por radiación, cincuenta veces más calor que la Tierra . Utilizando la ley de Stefan-Boltzman para la radiación
(C/T)4=50
donde T es la temperatura absoluta de la Tierra, 300 K (27º C). Esto permite calcular para la temperatura del Cielo, H, un valor de 798 K (525 ºC).
La temperatura exacta del Infierno no se puede calcular exactamente pero debe ser menor que 444,6 ºC, la temperatura a la que el azufre cambia de líquido a gas. En Apocalipsis 21:8 podemos leer ,
"...para los idólatras y todos los mentirosos, su herencia será el lago que arde con fuego y azufre...".
Un lago de azufre fundido significa que su temperatura debe ser igual o menor que el punto de ebullición, que es 444,6 ºC. (Por encima de ese punto, sería un gas, no un lago)
Tenemos entonces que, la temperatura del Cielo es 525 ºC y la temperatura del Infierno 445 ºC . Por lo tanto, el Cielo está más caliente que el Infierno.
Si, hipotéticamente, yo fuese un cobarde, después de leer el comentario del anónimo anterior, correría un triatlón gritando como un demonio: ¡Vamos a morir todos!¡Vamos a morir todos!, así hasta que Dios quisiera.
Si, supuestamente, yo fuese una mujer, diría que este anónimo es un grosero, a no ser que, mi intuición femenina, me hubiese llevado a descubrir que es un plagiador de "copia y pega" de Applied Optics.
Pero la realidad es bien distinta. Soy un científico y mi saber es crítico, fundamentado, verificable, objetivo, comunicable y provisorio, entre otros palabros. Así que "Heaven is hotter than Hell" no es otra cosa que el resultado de la aplicación de las leyes de la Termodinámica, por el que el primer anónimo, allá por 1972 (éste se ha copiao), concluyó que el Cielo está más caliente que el Infierno. Conclusión que Einstein y yo compartimos. Llegados a este punto he de verificarles, para tranquilidad de todos, que ni el frío ni la oscuridad existen. El primero es la ausencia de calor (vibración de moléculas) y el segundo, la falta de luz (reflexión de ondas luminosas). Así que, cuidadín con quien nos implore unas migajas de nuestra energía, el conocimiento científico demuestra que quiere pasarse del frío al calor, de la oscuridad a la luz, del Infierno al Cielo, como Perico por su casa.
Lord Sith
Romancero perolista y doctor de las tres inculturas, no deja de asombrarnos! Le ha quedado fantastico.
Yo, modestamente, les propongo la lectura del "Romance de la disputa por el río Guadalquivir entre el Rey cristiano extremeño y el Rey moro andalusí", después de que el mal y escasamente aprobado nuevo estatuto andaluz recogiera que el Guadalquivir es sólo andaluz:
Llega el Rey de Extremadura
a la linde de su Reyno,
que si bien ha homes grandes
de tierra es más bien pequeño.
Ybarra lleva por nome
y arrugado trae el ceño
desque su primo el Rey moro
quitalle quiere, de en medio,
parte de un río caudaloso,
río grande que de empeño
ambos comparten sus aguas
aunque unos más y otros menos.
Vense el Rey de Extremadura,
el Rey moro y testaferros
en la linde dese río,
en la linde de sus Reynos.
Ya le tira del kaftán,
de la chilaba y los belfos
el Rey Ybarra con furia
al moro Rey, cuyo sueño
es que el Guadalquivir
lo tenga a él sólo por dueño.
“Daca el tal pergamino
(le dice el Rey extremeño),
ese que nadie en tu Reyno
ha querido refrendar
haciéndote a ti un gran feo.
Pergamino es diabólico
pues viene del mismo infierno
y que pretende con saña
quitar a los extremeños
el río Guadalquivir
que es de los dos, o te muero”.
Habla el rey moro despacio
pues mal habla el extremeño.
Su lengua suele enredarse,
el su testuz no es pequeño
que a veces se le compara,
por herille y dalle fuego,
con barcelonés escudo:
así es la su testa y su ceño.
“Mira, Ybarra el Extremeño,
poco importa que mis moros
voten poco, mucho o menos,
pero aqueste pergamino,
este pergamino estrecho
lo dice muy a las claras
que el Guadalquivir es nuestro.
¿Qué tienes tú que regar
sino tierras en barbecho,
pocos terrones sin hierba,
parcelas y campos resecos?”
“Te equivocas, Rey Manolo
(que tal nome era el nome,
del Rey cabezón y moro),
¿que qué es lo que tengo, dices,
que regar en el mi Reyno?
Pues que sepas, Rey maligno,
que de todo tengo, penco,
tengo encinas a raudales,
castaños y tomateros,
y en el Valle de mi Jerte
hasta unos blancos almendros,
así que daca ya el agua,
de este río que es muy nuestro
o, como te pongas tonto,
se lo cuento a Zapatero.
Y la crónica asegura
que el Rey moro le hizo un quiebro
pues si poco miedo entraba
con aquel tosco extremeño,
menos todavía le daba
el bellaco Zapatero,
amigo de los infieles,
besaculos de los fieros
asesinos que acaricia
con sus palabras y hechos.
¿Y al Guadalquivir, señores?
¿Qué le pasó? ¿Se hizo seco?
No por tal, sino que siempre
corre raudo, corre bello
y así seguirá por siglos
corriendo en los venideros.
Como hacer deben los ríos,
dando a beber al sediento.
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