jueves, junio 15, 2006

Rafaélix

Oculta su rostro tras unas gafas con narizota y bigote de Groucho Marx compradas en Fidela. Quiere permanecer en el anonimato. Tiene miedo. Como los irreductibles galos de Goscinny y Uderzo es el último de una estirpe de resistentes. Por eso le llamaremos con el nombre supuesto de Rafaélix. No le protege ninguna poción mágica, sino el coraje. Desde hace 7 años, la política de ósculos populares de la alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar, la ha llevado a besar a toda la población cordobesa –estática o en movimiento- con edad superior a los 65 años o inferior a los 13. Los achaques propios de la vejez y la tendencia de los ancianos a la melancolía los convierten en presas fáciles para los labios consistoriales a causa de su lentitud, falta de reflejos y cierta añoranza del cariño familiar y el fuego de la chimenea. Los niños, de suyo revoltosos e inquietos, suelen situarse en posición de ofrenda por los padres, deseosos en virtud de ancestrales supersticiones de que ese roce del poderoso se traduzca en fortuna. Todos los mayores y todos los infantes cordobeses, gracias a los numerosos actos en los que participa la regidora, han recibido su beso, ¿todos?... no. Rafaélix ha conseguido escabullirse en numerosas ocasiones y se ha convertido en la pieza más preciada para Aguilar. El Perol Sideral ha conseguido localizar a este niño de 12 años y lo entrevista en exclusiva:

EL PEROL SIDERAL: ¿Cuándo empezó todo? ¿Cuándo intentó la alcaldesa besarte por primera vez?

RAFAÉLIX: Pues hará unos tres años. Yo estaba jugando en un parque nuevo que habían puesto en mi barrio. Esa señora vino a inaugurarlo y empezó a besar a todo el mundo. Yo no quería y aparté la cara.

P.S: ¿Y tus padres que decían?

R: No decían nada, no estaban. Estaba yo jugando. Vino para mí y quité la cara.

P.S: ¿Y qué pasaba con los otros niños?

R: Pues nada. Los besaba porque los ponían sus padres.

P.S: ¿Y qué hiciste después?

R: Pues ella lo intentó varias veces pero la esquivé, huí por debajo de sus piernas y desde lejos le hice una burla.

P.S: ¿Qué ocurrió a partir de entonces?

R: Pues volvió una semana después al otro lado del barrio. Para poner la primera piedra o nosequé de otro parque. Y me vio y trató de darme un beso en la mejilla, como al resto de niños. Yo iba esta vez con mis padres porque pasábamos por allí, pero no me pusieron en fila como los de los demás.

P.S: ¿Son tus padres del PP?

R: No, tienen una tienda de ropa en el barrio.

P.S: ¿Y qué hizo ella?

R: Me sonrió de una forma muy rara.

P.S: ¿Cómo siguieron los acontecimientos?

R: Pues volvió al barrio a la semana siguiente. Decía que a poner la segunda piedra. En el mismo parque. Yo estaba cerca jugando al fútbol y se le hicieron los ojos chiribitas al verme. Pero dejé el balón y salí corriendo.

P.S: ¿Y luego?

R: Vino a la semana siguiente. Por la tercera piedra. Ahí ya me olía yo algo. Y otra vez todos los viejos y los niños puestos ahí. Me acerqué porque con aquella edad que tenía me superaba la natural curiosidad infantil [en algunos pasajes se percibe la madurez de Rafaélix en el lenguaje que emplea, resultado de sus intensas vivencias]. En cuanto me vio intentó darme un beso en la mejilla. Le dije que no y se cortó un poco. Me acarició la cabeza ante una cámara de televisión que había por allí y lo intentó de nuevo. Me aparté y me fui, aunque trató de hacerme venir diciendo cosas simpáticas. Pero yo pasaba.

El relato de Rafaélix se vuelve dramático por momentos. A la cuarta, quinta y sexta piedras, todas con resultado fallido para la alcaldesa, Rosa Aguilar manda una carta al colegio del niño para que hagan una visita concertada al Ayuntamiento. Allí se produce un nuevo intento, infructuoso a la postre porque el pequeño se esconde detrás de la estatua de Séneca. El asunto parece calmarse, pero medio año después, durante una actividad de promoción de los museos, la alcaldesa hace acto de presencia coincidiendo con la visita de la escuela de Rafaélix. De nuevo la historia salva al rebelde, que se camufla bajo los faldones del muñeco de Averroes en el museo de las Tres Inculturas, situado en la torre de la Calahorra.

A partir de ahí vuelve el acoso. El equipo de gobierno de Rosa Aguilar tiene que conseguir como sea el preciado beso. Al menos una docena de tentativas hasta hoy. Algunas llamativas, como cuando la alcaldesa trata de colarse en su habitación descolgándose por la azotea, ayudada por su grupo de asesores de escalada, pero se equivoca de piso y besa a un pequeño y mediano comerciante que se encontraba a esas horas de la madrugada en la fase R.E.M del sueño. O cuando la regidora, agazapada en un contenedor soterrado de la Judería, asió por los tobillos a Rafaélix mientras iba con sus tíos a ver la Mezquita. “Ahí reconozco que le metí una colleja, pero es que me subía ya por la pernera del pantalón con los morritos puestos. Esa señora es agilísima”.

La más reciente se produjo a principios de abril, cuando, creyendo erróneamente que los padres del niño tienen el carnet del PP y de ahí la actitud apartadiza del joven, se disfrazó de María Jesús Botella, que actualmente ocupa el cargo de hermana de la mujer de Aznar en Parlamento de Andalucía y que ha estado vinculada a Córdoba mucho tiempo, ocupando el mismo cargo en diversos sitios. Ataviada con un traje de Roberto Torreta y con dentadura postiza de Fidela (tienda que patrocina este escrito), Aguilar casi consigue su propósito: “vino hacia mí con un banderín con una gaviota y caramelos, pero no hice caso porque ya soy muy grande para eso; cuando estaba cerca me di cuenta de todo porque se le cayeron los dientes de plástico y en seguida se lanzaron a por ellos varias personas” [en este pasaje se refiere al grupo de asesores recoge-adminículos].

El PEROL SIDERAL: Rafaélix, ¿qué te dicen tus padres?

RAFAÉLIX: En realidad no conocen la gravedad del asunto. Es algo a lo que quiero enfrentarme yo sólo.

P.S: Cumples 13 años a finales de mayo de 2007, lo que te convierte en la mejilla más buscada por la alcaldesa, ya que tu cumpleaños casi coincide con las fechas normalmente escogidas para la elecciones. ¿Eres consciente de ello?

R: Sí, pero no voy a poner la mejilla. Ni mucho menos la otra mejilla.

P.S: ¿Qué piensas hacer?

R: Resistir.

Dejamos a este valiente niño en el zoológico. Nos hemos colado aprovechando los movimientos de los muchachos de una de las escuelas-taller que por cuatro duros están terminando de remodelar las instalaciones. Es el pago a la concesión de la entrevista. Rafaélix quiere estar solo y lo dejamos junto al recinto de la elefanta. Ha cambiado las gafas de broma por una careta de Spiderman con la intención de pasar desapercibido. Le deseamos suerte. Nos volvemos en la lejanía para ver de nuevo a este símbolo del anti-senequismo. Entonces percibimos a una figura enjuta, que se acerca por su espalda vestida con la bata de los veterinarios que están por venir. El pequeño se da cuenta, lanza una patada a la espinilla de la agresora, que ha tratado de darle un beso en la mejilla, y sale corriendo. Sonreímos. En ese momento llega el grupo de asesores de lesiones, camilla y tentetieso.

miércoles, junio 07, 2006

Fetichismo a la cordobesa

La detención hace unas semanas de un fetichista que lamía los zapatos de las mujeres que viajaban en el metro de Nueva York ha conseguido generar cierta angustia en algunos sectores de Córdoba. En este mundo globalizado, y como indican los principios del efecto mariposa, la acción de la lengua de un negro de Manhattan en los pies femeninos se puede convertir en una ola de pánico en, por ejemplo, la Ciudad de las Tres Inculturas.

Este muchacho amigo del calzado y el tacón de aguja se enfrenta a un año de prisión. Si hemos visto como multitud de modas americanas y diversas tendencias sociales llegaban y colonizaban irremediablemente Europa (e incluso España), ¿qué ocurrirá –se preguntan algunos cordobeses- si esos pérfidos imperialistas exportan el hábito de meter en la cárcel a todos aquellos que gozan al acariciar con sus papilas gustativas el empeine ajeno previa postración?

Tan suculento como el arroz de un perol, el tarso y metatarso -esa delicia que hay entre el tobillo y el principio de los dedos- ha alcanzado para algunos en las últimas semanas la categoría de manjar, ríase usted de la deconstrucción del flamenquín.

Primero los gourmets de la Asociación de Amigos de Cajasur y después parte de los catadores-trabajadores de San Rafael Gómez han organizado las I Jornadas de Lamebotas Córdoba 2016. El sabor fuerte aunque exquisito de las botas, botines, zapatos y alpargatas de Gómez afectó al estómago de los gourmets cajasureños, acostumbrados a la digestión más suave del leve repaso labial a la mano de sacerdote. Sin embargo los catadores han demostrado que no hay que temer a la nueva cocina ni a quien cuece –y se enriquece- en ella.

Ahora la noticia neoyorquina les hace temer sobre la legalidad de este acontecimiento gastronómico que prevé tener cierta periodicidad. La situación resulta prácticamente inversa. El fetichista del metro lamió a 70 mujeres, mientras que aquí cienes lamen el mismo par de zapatos, y además en honor de la cultura tradicional, aunque sea del pelotazo.

No seamos alarmistas. Las inminentes jornadas de lamebotas que se avecinan son lícitas y pueden completarse con los nuevos proyectos de sus organizadores, como la convalidación de créditos para los universitarios, especialmente para aquellos que estudien Servidumbre I y II, Iniciación al Jincamiento de Mocho, Arrastramiento Sinuoso IV, Abanicamiento de Patrón con Pay Pay, Beso Negro Social I y II, Sibwanismo Avanzado y Recepción de Miembro por Retaguardia I, II y III.*



*El Perol Sideral contribuye así al implacable acoso que sufre en estos momentos Rafael Gómez.