sábado, octubre 15, 2005

Vicentito

Tener el orgullo de que una tormenta tropical pase por Córdoba no se da todos los días, por lo que los medios de comunicación se han lanzado esta semana a hablar de que si Vince por aquí o Vince por allá. Vince, aclaro, es el ciclón que pasó a velocidades de vértigo a eones de la capital, y cuyos coletazos llegaron aquí el pasado martes transformados en Vicentito. Vicentito fue un temporal de unas horas con lluvias bastante fuertes, nada que no haya pasado antes, un temporal de los de siempre, con pantalón corto, piruleta y un remolino en el pelo que le daba un aspecto travieso. A pesar de todo se inundaron diversas zonas de la ciudad e incluso el Camino de la Barca hizo por fin honor a su nombre. Después nos asombramos, vía antiamericanismo, de que el Katrina arrase Nueva Orleáns. Diantres, por decirlo finamente, basta el sobrino nieto del Katrina con gripe y mocos para que vuele media ciudad de las Tres Inculturas.

Afortunadamente estamos tranquilos, no cunde la alarma, y todo gracias a la labor de un político de raza, el marido con gafas de Gemma Nierga, a la sazón concejal de seguridad cuando no se dedica a sus labores. El marido con gafas de Gemma Nierga –a partir de ahora MGGN- ha manifestado que si se repiten lluvias como las del otro día “se producirían previsiblemente en Córdoba situaciones parecidas a las que se dieron”. Mientras el aliento hipohuracanado ponía el martes de vuelta y media varios lugares de la ciudad, hay que agradecer que ediles como MGGN se mantengan fríos e impertérritos. Con cara de póker se ha enfrentado a la realidad, transmitiendo esa información por la que cualquier ciudadano libre sabrá felicitarle. Eso es sinceridad y lo demás es tontería, que después nos quejamos de que los politicastros mienten y eso. Ni colectores ni limpieza de las alcantarillas ni gaitas, la culpa la tiene Maldonado, que con sus eses sibilantes no hay quien se entere de las predicciones del tiempo.

De todas formas, y en este punto hemos de ser muy críticos, echamos de menos más energía en MGGN. Todavía lo vemos tibio y con demasiado talante dialogante, aunque hay que reconocer que camina con paso firme hacia la admirada transparencia de la mascota de El Perol Sideral, Ana Morales, que hubiera resuelto esta situación con dos ovarios: “si a los vecinos y vecinas de La Fuensanta se les inunda el barrio que se vayan a vivir a otro sitio”. Los estadistas se ven a la legua, y en el equipo de gobierno de la alcaldesa tenemos como mínimo a dos (y subiendo). Rogamos a Rosa Aguilar que libere durante unos días a alguno de sus 4.000 asesores para que redondee los diálogos de la parejita, que como dúo cómico no debe tener precio: “y ehto e un vesino de la calle Gromenauer que sale del portá y se lansa de cabesa a la pihsina, jarrrrrrl, no puedo, no puedo…”.

lunes, octubre 03, 2005

¡Duerma guiri!

No piense, caballero, que lo más importante para el turista está en la Mezquita o Medina Azahara. No crea, señora, que en algún momento la generosa gastronomía local pudo significar para el visitante algo más que una anécdota. Aquí lo que cuentan son las pernoctaciones. Lo reflejan los diarios, las emisoras radiofónicas, las teles locales, los mismos políticos insisten e insisten: si aquí no se duerme esto es una mierda. Y ahí están los mandamases de turno cantando nanas. “Ea, ea, ea, ea, a, que esta niña chica es de su mamá…” entonaba el concejal de Turismo, nosequé Tejada, mientras acunaba en su regazo a un guiri con todos sus avíos: pantalón corto, sandalias, calcetines blancos hasta la rodilla, camisa de flores y quemaduras de tercer grado en todo aquello que no está cubierto por lo anterior. El guiri expresaba en su idioma local salpicado de palabras autóctonas procedentes de un pequeño diccionario algo así como “por el amor de Dios, déjeme usted en paz”. Pero nada, el edil a lo suyo: “Mire, o se duerme usted o aquí no cuadran las estadísticas”.

Lo de menos son los servicios o que los museos estén abiertos. Tampoco pasa nada si no hay guías suficientes o falta promoción de la mayoría de monumentos. A ver si lo dejo claro maldito guiri o madrileño arrogante, aquí se duerme por cojones, aquí se pasa usted la noche como que soy la autoridad en la materia. ¿Que no tiene sueño? Que quiere que le diga, no haberse levantado tan tarde. ¿Que tiene que estar en otro sitio? No me descuadre los informes, ingrato, ¿ve?, esto va para arriba. Es que… Nada, nada, póngase el puto pijama, le ayudo si hace falta, una mano por aquí, la otra por allá, venga, le arropo, a mimí.

“¿Y qué tal Córdoba?” Preguntó Mary Ann Hornby a su suegro tras su llegada al aeropuerto de Londres. “Genial, querida. He soñado con que se me caían los dientes, también con que me precipitaba desde un edificio, tuve un sueño erótico y en otro podía volar aleteando con los brazos”.

Ah, qué placer. Montones y montones de turistas pernoctando como posesos, cienes y cienes de visitantes contando ovejas en los hoteles, ah, ronquidos en todos los idiomas, bostezos que fijan y dan esplendor a los porcentajes que saldrán en los titulares. Sí, sí, ¡sí!

Pero cómo, Mr. Davies, ¿todavía despierto? Aquí tiene un vasito de leche caliente, bébaselo despacio y duérmase prontito o le meto una hostia que lo mando a cualquier ciudad del tercer mundo con la que estemos hermanados.