jueves, julio 05, 2007

El Perol Sideral Córdoba Tours 2016 (bajo coste)

Antaño viajar suponía un doble viaje, valga la redundancia. El viajero recorría unos parajes y a la vez también su alma. Estoy por llorar después de decir esto. El mundo era un universo desconocido para la mayoría y lleno de posibilidades, y me ha resultado difícil encontrar cursiladas de más empaque sin necesidad de meter flores, estrellas, abismos y soledad. Había aventura, enfermedades que coger, razas inferiores que someter, púberes de tribus raras a las que violar, riquezas de las que apropiarse por la fuerza e incluso monumentos y cosillas que conocer y destruir en el tiempo libre que dejaban las anteriores tareas. Poco a poco el viaje se hizo accesible para el repulsivo populacho, valga otra redundancia, y los viajeros se transformaron en turistas. Allí donde había una batalla donde empalar hotentotes hay un regateo con un moro, allí donde se intentaba conseguir encontrar el camino de El Dorado hay un GPS regalado con el periódico del domingo, de la lucha encarnizada contra fieras fabulosas sólo queda el recuerdo cuando te clavan el colmillo en el chiringuito y el ayuntamiento sin asomo de galantería con negras esculturales que se encontraban a nuestra merced gracias a la efectividad de los mosquetones hay que buscarlo ahora en el Cuchi-cuchi’s de la carretera al bajar por el camping de la montaña. Viajar, sencillamente, es de pobres. De pobres de billetera y de pobres de espíritu. ¿Quiere coger el dengue en la República Dominicana? Adelante. ¿Quiere ser acribillado por un hijo de Alá al borde de la pirámide de Keops? Que no se diga. ¿Quiere viajar por Europa y que lo más trepidante sea el momento en el que a la vuelta enseña las fotos a sus amigos? Lo que es por mí… ¿Quiere…? Que sí, que sí…

Pero esa evolución que ha transformado el viaje a lo desconocido en una cansina costumbre de fin de semana y catálogo manido ha dejado un territorio virgen: el conocimiento de la propia ciudad como si uno fuese de fuera. Usted está acostumbrado a pasar por los mismos sitios sin prestar atención. Tiene la mente en la próxima jugarreta que le va a hacer el jefe, en el escote de la que está pasando y teje un plan que no se atreverá a llevar a cabo para librarse de su mujer y sus hambrientos retoños, que a estas alturas del día y en vacaciones, calcula, se estarán comiendo los quicios de las puertas los grandísimos hijos de puta, con perdón. Esto también vale para ellas y donde se lee escote se puede leer paquete, que en El Perol Sideral somos igualitarios y grandes amigos de la Asociación de Mujeres Cordobesas que Enseñan los Lobbys esos.

Pues bien, hay otra Córdoba. Una Córdoba que la rutina oculta a ojos del lugareño, que no ve más allá de su cuenta de Cajasur, del próximo arroz y de la Carrera del Caballo. En esa Córdoba existe todavía la posibilidad de realizar ese viaje físico y espiritual que comentábamos al principio. El Perol Sideral Córdoba Tours 2016 le invita a descubrirla gracias a diversos recorridos muy económicos pero enriquecedores para el interior del ser humano que hay en usted a pesar de que ese deprimente aspecto parezca decir lo contrario, lector:

1) La Ruta de los Vikingos.- Las zonas más recónditas del Sector Sur, al igual que los señuelos de las plantas carnívoras, atraen a su presa con nombres de calles de lugares de la Costa del Sol. El incauto que se planta en la calle Torremolinos con toalla, bronceador y gafas con tubo, en seguida es reconvenido por alegres grupos de guías de etnia gitana, que le enseñan algunas moralejas ora con chirla de Albacete ora con pistola cedida por la policía. Ahí empieza el recorrido para el viajero auténtico, que seguirá por Las Palmeras y por algunas zonas de Las Moreras con el único fin de la supervivencia. Ríase usted de ascender el K-1. Esta ruta se puede hacer en unas tres horas, o en hora y media si le dejan en ropa interior a primeras de cambio y tiene que ir corriendo por el resto de etapas.

2) La Ruta del Sahara.- Muchos de los jardines construidos recientemente en Córdoba desarrollan nuevas técnicas de protección del entorno. Al estar llenos de cemento y desprovistos de vegetación se recalientan hasta extremos insospechados, haciendo intransitable la zona por cualquier tipo de ser vivo y diversos gases. De esa manera se protege dicho entorno de casi todo. El viajero ha de sortear este escudo calorífico y adentrarse en el desierto provisto con cantimplora y gorra de publicidad de Arenal 2000, a la que hay que poner detrás un pañuelo (limpio) para que se asemeje a la de los exploradores ingleses del XIX. Este recorrido circular empieza en el Plan Renfe, va por el jardín construido al lado de la Gerencia de Urbanismo, sigue por Gran Vía Parque, pasa por Miraflores y vuelve, si es que se vuelve, al Plan Renfe.

3) La Ruta de la Bayonesa.- El intrépido viajero cordobés contemporáneo (IVCC) ha de estudiar en la hemeroteca cuáles han sido los restaurantes y tabernas multados por salmonelosis en la última década. Armado de valor ha de probar la bayonesa –mahonesa de verano- de cada uno de estos sitios y de los que haya justo en frente. Se trata en este caso de un recorrido que mezcla la aventura con las tan en boga rutas gastronómicas.

4) La Ruta de la Ardilla.- En otro tiempo se decía que una ardilla podía cruzar la Península Ibérica sin bajarse de los árboles, tal era la cantidad de vegetación que había. En Córdoba si una ardilla pudiera sobrevivir al ambiente urbano sin duda tendría la posibilidad de cruzar la ciudad, incluidas barriadas periféricas, sin bajarse de las grúas de construcción. Este recorrido es sólo recomendable para amantes de la escalada o la espeleología perfectamente pertrechados.

5) La Ruta del Camaleón.- Con pantalón corto y canillas al aire, sandalias, camisa de flores, una peluca pelirroja de Fidela y unas pecas pintadas con un lápiz perfilador, el IVCC se transforma en guiri. Coge un taxi en la estación y con buen acento indica: "Pog favog, caballego ¿seguía usté tan amable de llevagme a la mesquitá?" El servicial taxista le acercará al casco histórico dando la vuelta por Fátima, etapa prólogo de un recorrido en el que se puede conocer de primera mano cómo sablean a los turistas en los bares y tiendas. Esta es una ruta de profunda introspección. Equivale a irse a La India o cualquier sitio andrajoso con leprosos y estúpidos monjes en la posición de la flor de loto.

6) La Ruta del Río.- El Guadalquivir está a su paso por Córdoba lleno de Residuos Sólidos Urbanos, lo que antiguamente se conocía como mierda o incluso más mierda que ajú. Algunos de estos residuos son suficientemente sólidos y urbanos como para que el viajero pueda ir saltando de uno a otro y pasando por debajo de los puentes que cruzan el río.

7) La Ruta del Marmolillo.- Quizá la ruta más cordobesa. A los habitantes de la Ciudad de las Tres Inculturas se les describe como senequistas, equivalente a huevazos aunque el carácter de Séneca poco tuviera que ver con esa actitud. Por eso, y para empezar a proteger el nombre de tan vilipendiado filósofo, dramaturgo y suicida, nos decantamos por la expresión más adecuada de marmolillo. Es un recorrido fundamentalmente interior. El viajero escoge un punto señero de la ciudad y ahí se queda un buen rato, con los ojos guiñados como de estar pensando, hasta que se deshidrate un poco, pero sin pasarse. Estas propiedades diuréticas se asemejan en cierto modo a la estancia corta en un balneario.

8) La Ruta de las Limosnas.- Un clásico de los viajes es el realizado en auto-stop, algo que depende del altruismo de los conductores. Como homenaje a esos trayectos, el IVCC confeccionará un mapa con las direcciones de peñas, ong’s, asociaciones de vecinos, de ancianos, de mujeres y otras entidades de este tipo, todas convenientemente untadas por la administración. Se personará en la puerta de sus sedes y cuando le abran dirá: "dame argo mae mía" (o pae mío). Las buenas personas de las asociaciones untadas le darán algo casi seguro, lo que en este paralelismo que estamos estableciendo se considera como si al viajero le hubiese cogido un coche para llevarlo a la siguiente etapa. En el momento en que una asociación niega la limosna se acaba el recorrido. En el paralelismo que estamos estableciendo se considera que un camionero psicópata ha cogido al viajero y lo ha descuartizado antes de llegar a Encinas Reales.

Gracias a estas rutas divertidas, pedagógicas y baratas, los cordobeses que así lo deseen pueden acercarse a su propia ciudad recuperando la vieja y necesaria incertidumbre que hacía que los viajes de otras eras supusieran ya desde el principio una convulsión del alma, o incluso del intestino si se iba a tierras hostiles. Dejemos el turismo a un lado. Vuelva el conocimiento, el riesgo y la cartografía con lápiz, regla y cartabón.